Tomado de EL DEBER
Mala política de comunicación | El Deber
¿Cuánto cuesta ser sincero con el pueblo? La pregunta no es retórica, más aún ahora que hay tanta incertidumbre por los acontecimientos de la vida económica de Bolivia. La estrategia de comunicación del Gobierno y de sus instituciones no ha sido buena; al contrario, lejos de dar seguridad, ha contribuido al desasosiego.
Las escaramuzas políticas entre oposición y oficialismo, primero, y después entre masistas, lograron distraer la atención del tema de fondo: la economía. Era como meter la basura (las malas noticias) debajo de la alfombra. Al contrario de lo que se esperaba, tanto el presidente como los ministros siguieron insistiendo en los éxitos de la economía boliviana, gracias al modelo económico social comunitario productivo. No faltaban las grandilocuentes aseveraciones de que la economía estaba blindada o de que Bolivia era una isla en el continente.
Mientras tanto, los nubarrones se ponían más oscuros. Las Reservas Internacionales Netas se iban desmoronando, pero para el Banco Central de Bolivia no pasaba nada y para el ministro de Economía, lo que quedaba en caja, alcanzaba para varios meses de importaciones, cuando se sabe que cada mes hay más de mil millones de dólares de compras externas y las Reservas ya estaban por debajo de los 650 millones de dólares.
La importación de hidrocarburos se iba duplicando año a año desde 2021, pero criticar esa política era ser neoliberal, ‘pitita’ y otros adjetivos más. Al pueblo se le seguía contando la fábula y, de paso, se iba culpando de todo lo malo al Gobierno de Jeanine Añez.
Las Reservas Internacionales Netas se derrumbaron, tanto que a estas alturas nadie sabe cuánto queda de divisas en el Banco Central de Bolivia. Faltan dólares en el mercado interno, el empleo es cada día más precario y la informalidad se expande a la par del contrabando. Las industrias del sector privado piden auxilio y las empresas del Estado continúan absorbiendo recursos que no generan, porque gran parte de ellas son deficitarias.
¿Se preparó el Gobierno para este momento? Tal parece que no, porque la política comunicacional no ha sido capaz de revertir la desconfianza que hay en la ciudadanía. Cuando hay miedo acerca de qué puede pasar con los ahorros de la familia, ya no entretienen las pugnas políticas en el MAS ni los ataques a los opositores. Los bolivianos quieren certidumbres y honestidad de parte de los gobernantes.
El año 1985, después de la hiperinflación posdictadura, el expresidente Víctor Paz Estenssoro dijo la inolvidable frase: “Bolivia se nos muere”. Era una terrible confesión de lo mal que estaba la economía nacional. El entonces mandatario estaba sincerándose con los ciudadanos y diciendo que el país estaba en tal estado que necesitaba ajustes de fondo. Tras ello, aplicó durísimas medidas para recuperar la estabilidad. Paz Estenssoro estaba siendo sincero con el pueblo y además logró acuerdos con las otras fuerzas políticas para atravesar ese duro momento.
Pasaron casi 40 años. Lo que se espera del presidente Luis Arce es que actúe como estadista y no haciendo cálculos políticos. Él no esconde el problema, lo agrava porque deja la interpretación de los hechos a las redes sociales y a la especulación. Que no se olvide el mandatario de que el 55% votó por él para que gestione la incertidumbre económica pos pandemia. Puede hablar con la verdad y acompañar a los bolivianos en esta dura circunstancia.
APLP