Tomado de Página Siete

Linchamiento digital (paginasiete.bo)

En nuestro país tenemos una amplia noción de lo que significa la palabra linchar, desde que esta práctica se extendió desde las comunidades rurales entendemos el significado del linchamiento o que alguien sea linchado. Con el desarrollo de las redes sociales, este ajusticiamiento también traspasó las plataformas virtuales y aunque ya no se ejecutan de la misma forma se puede provocar grandes daños. En ocasiones, solo basta una fotografía o un video viral para generar ataques, insultos y acoso en contra de una persona o familia.

Habría que considerar que este asunto tiene dos caras confrontadas, similar a una moneda. En vista de que en temas de violencia de género, accidentes de tránsito, robos y maltrato animal, la viralización de imágenes o videos de los hechos fueron fundamentales para que las autoridades correspondientes activaran -por fin- su competencia y se investigara al respecto. A pesar de que el debate sobre lo que debe o no debería ser parte de las redes sociales es muy amplio y casi interminable, lo cierto es que la presión social ha sido primordial para el inicio de varios procesos jurisdiccionales.

Sin embargo, ese linchamiento nos acostumbra un poco más a vivir bajo la creencia de que ejercer ampliamente (o insípidamente) la libertad de expresión no tiene que relacionarse de alguna manera con la transgresión de derechos y garantías que pasan inadvertidos o incluso dejan de importar al momento de linchar a una persona, tal es el caso del derecho a la presunción de inocencia y las garantías del debido proceso, ya que después de hacerse viral en las redes, la seguidilla de insultos y juicios de valor difícilmente se detienen. Un gran número de personas con o sin conocimiento del caso empiezan a disparar opiniones sin piedad, bajo la protección del anonimato y bajo la seguridad de que ninguna agresión física llegará directamente a ellos gracias al resguardo que proporciona una pantalla de computadora o celular.

Por otro lado, habría que considerar que recurrir a lo extremo como es este tipo de linchamiento es una expresión de la desconfianza hacia las autoridades directamente vinculadas en brindar seguridad/protección a la ciudadanía. Acusaciones de negación por parte de algunas autoridades al momento de recibir denuncias en dependencias policiales, retardación de justicia, alta carga laboral de autoridades jurisdiccionales, son algunas de las aristas del gran problema a nivel judicial e instituciones dependientes que han provocado que parte de la ciudadanía exprese el hartazgo de sentirse desprotegido, de convertirse en un mero espectador de la ilicitud y sentirse impotente ante la delincuencia. Probablemente sea un motivo para que casi a diario, cantidad de personas de todos los estratos y desde diferentes lugares del país utilicen las redes sociales para denunciar, para linchar a todo comprobado o presunto delincuente. Luego de la ejecución, tal vez haya tiempo de comprobar o si quiera pensar en el grado de culpabilidad de cada individuo.

Lo cierto es que día a día nos posicionamos ante la decisión de unirnos al linchamiento de turno, ya sea de propios o extraños, o esperar que sea nuestro turno de subir a la palestra digital y ser juzgados por cientos de jueces sin jurisdicción, menos competencia. De cualquier forma, queda claro que dentro del mundo de las redes sociales, cada vez se hace más indispensable la lapidación como una nueva forma de denuncia para algunos o como “entretenimiento digital” para otros.

APLP