Tomado de El Deber

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El periodismo independiente es crucial para la democracia. Sin libertad de prensa no hay democracia. Hay evidencias de que ambas afirmaciones son contundentemente reales. En el primer caso, fue una investigación de EL DEBER la que dio con la punta del ovillo del caso de la compra de 41 ambulancias fantasmas y el entramado de contrabando de vehículos que causa tanto daño económico al país. Por otro lado, fue una investigación del periodista Andrés Gómez la que destapó el caso ‘coimas’ en el Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, que desembocó en muchas más irregularidades. El gobernador de Potosí, Johnny Mamani, y el exministro de Medio Ambiente y Aguas, Juan Santos Cruz, están tras las rejas por su participación en hechos reñidos con la ley. Son dos claros ejemplos del valioso aporte del periodismo a la sociedad.

No se trata de que al periodismo le interese que alguien vaya a la cárcel, se trata de que la transparencia y la honestidad sean los pilares de la conducta pública; por tanto, de destapar lo que a alguien le interesa que permanezca bajo las sombras.

Los bolivianos vieron con estupor la impunidad en la que quedaron hechos de corrupción como el desfalco del Fondo Indígena o el pago de sobornos en ABC. Voceros del Gobierno, tanto de Evo Morales como de Luis Arce, fueron generadores de un mar de argumentos para ahogar las interrogantes y la sed de justicia que tenía la población. En el primer caso, el denunciante Marco Aramayo fue el más castigado, incluso a costa de su vida, por haberse atrevido a poner en evidencia a dirigentes de movimientos sociales y ministros que ahora se pasean libremente sin haber respondido sobre lo que hicieron con el dinero. En el caso del pago de coimas para la adjudicación de la vía Sucre-Yamparáez, que involucraba al presidente de ABC y a una empresa china, la muerte (en dudosas circunstancias) del denunciante acabó con la investigación del Ministerio Público, dejando sobreseídos a todos. Solo el Gobierno y la Fiscalía creen los argumentos.

Hay otras acusaciones entre masistas, pero todas se hacen al calor de la pugna de poder y, por lo general, no se convierten en denuncias formales ante el Ministerio Público. Cuando se acabe la guerra partidaria, se pondrá candados y la impunidad volverá a reinar.

Sin embargo, la compra ilegal de ambulancias que deja ver que el gobernador ha sido parte de una mafia internacional de contrabandistas de vehículos ha sido mostrada con evidencias (sustento periodístico) por EL DEBER. Durante un año y medio el poder intentó dilatar las investigaciones, pero los hechos son contundentes. Del mismo modo, funcionarios testigos de las irregularidades optaron por contarle de éstas a un periodista independiente y valiente como Andrés Gómez, antes que a autoridades superiores, porque confiaron más en el periodista que en la justicia o las autoridades de turno.

La investigación periodística es fundamental para la democracia y, por supuesto, es incómoda para los poderes, tanto los que son legales como los que operan en el delito. Es por eso que los periodistas y los medios que se juegan por la verdad son amenazados y hostigados. Desde el acoso tributario, pasando por la discriminación en la distribución de la pauta publicitaria, el afán de desacreditar el trabajo que se realiza en los medios, hasta las amenazas más violentas que atentan contra la seguridad y la vida de los reporteros.

Las autoridades de todos los niveles de gobierno deberían apoyar y aplaudir al periodismo independiente si realmente estuvieran comprometidas con el bienestar y avance de sus comunidades. El periodismo busca cambiar algo cada día; es decir, trabaja por una sociedad con más ética y justicia social. Por eso se merece el respaldo militante de la sociedad que rechaza la corrupción y la impunidad.

APLP