Tomado de DIARIO OCCIDENTE

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El gobierno del presidente Gustavo Petro se ha convertido en toda una novedad para Colombia. El país no estaba acostumbrado a ser gobernado por la izquierda y más bien cada cuatro años mantenía una tradición política homogénea, sin cambios de fondo, quizás en algo de forma.

La cercanía del presidente de Colombia con los modelos chavistas, castristas, kirchneristas provocan un estado de alerta permanente y una observación detallada de las actuaciones del gobierno colombiano, al punto que las alarmas que detectan rasgos antidemocráticos se encienden cada vez que el presidente habla desde el balcón o como sucedió, recientemente, desde la calle, eso sin contar las alertas diarias que dejan sus publicaciones en Twitter.

La más reciente de las alertas encendidas fue en razón a los señalamientos directos del presidente hacia la prensa, acusándolos de racistas y de aliados con el poder judicial, según él, para afectar su gobierno, todo mientras esgrimía la teoría de un golpe blando. Tan agresivas fueron las declaraciones, que al unísono dos de los medios más representativos y centenarios del país publicaron editoriales rechazando las declaraciones del presidente, así como la Fundación para la Libertad de Prensa se pronunció advirtiendo que el mandatario debe enviar mensajes a sus seguidores sobre la importancia del respeto al trabajo periodístico y a la diversidad de opiniones, dadas las agresiones a periodistas durante las marchas del 7 de junio convocadas por el presidente de la República.

Como suele suceder, días después el presidente salió a retractarse por Twitter manifestando: Nadie les va a impedir a los medios de comunicación su derecho a expresarse con libertad, similar a la retractación, aclaración que tuvo que realizar después de afirmar que él, era el jefe del fiscal general de la nación, aclaraciones habituales en este gobierno que acostumbra al país a que sus ministros y principales escuderos salgan a reinterpretar y aclarar lo que realmente dijo el presidente y suavicen las declaraciones que usualmente reviven los estilos autócratas de gobiernos vecinos.

Por el momento, los discursos mezclados con amenazas y señalamientos a la prensa, para muchos antidemocráticos, para otros solo palabras mal interpretadas, no han ido más allá de la retórica y la victimización y siempre han tenido su respectiva retractación. Tal vez el país se deba acostumbrar a dicho estilo por los próximos tres años y quizás de esta manera disminuyan los niveles de temor y zozobra ante la posibilidad de un gobierno antidemocrático.

Diez meses después de la llegada de Gustavo Petro a la presidencia, el país y el mismo gobierno se han encontrado con instituciones fuertes, que en el marco de la división e independencia de poderes han dejado claro que la democracia en Colombia es más sólida de lo que muchos, incluido el presidente, pensaban.

En su más reciente alocución el presidente manifestó que Colombia tiene una de las constituciones democráticas más avanzadas del mundo, magnífico que lo reconozca pero mucho más importante que se apegue y someta al imperio constitucional como cualquier servidor público, como todo ciudadano, pues esta misma constitución establece que se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación.

APLP